¿Sabes ese momento en que necesitas que alguien te coja de la mano y te diga que está ahí? Pues en ese preciso momento fue cuando comencé a trabajar de masajista erótica. Mi primer masaje me hizo desconectar me olvidé de los problemas reales, me concentré únicamente en la persona que tenía entre mis manos, se paró el tiempo y durante esa hora no pensé en nada, me moví despacio, transmitiendo y sintiendo la calma, disfrutando de la música, de los aromas, del placer de dar placer, solo disfruté. Ahora os cojo a vosotros entre mis manos y siento que me cojen de mi mano, me siento afortunada.
Me siento nerviosa cuando tengo clientes nuevos y orgullosa cuando me visita un cliente habitual.
Música sublime.
La pasión no es meramente una fusión sexual.
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Les hice descubrir una sexualidad hasta entonces desconocida.
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